17 November 2017

Elena Fortún

Un día como hoy de 1886 nació Elena Fortún. Compartimos la introducción de 'Oculto sendero'.

                      INTRODUCCIÓN

Contexto para un libro escondido

        Del rico mundo interior de Encarnación Aragoneses Urquijo (1886-1952), alias Elena Fortún, proviene esta novela inédita que ahora sale a la luz por primera vez y necesita, por su temática feminista y también homosexual, ser glosada. El principal interés de esta novela de aprendizaje o bildungsroman radica en su tratamiento de la identidad sexual y genérica, constituyendo una exploración única de las relaciones entre homosexualidad y heterosexualidad. La situación de la mujer creadora en las primeras décadas del siglo XX –los años de “las modernas” o “garzonas”– y su problemática relación con el otro masculino que corta o dificulta su autoría y emancipación es el otro gran tema de esta singular novela, testamento literario de la creadora de Celia, el personaje infantil más importante de la literatura española.

        Leer y publicar la novela Oculto sendero es descorrer la cortina, abrir el armario y explicar lo que hay dentro, prestarse a ese “atiende” para, al compartir camino vital con la protagonista, entender la complejidad de la autoría de Elena Fortún y su difícil ciudadanía íntima. Ese armario, parte del modismo “salir del armario”, calco de la expresión inglesa “to come out of the closet” que desde finales del XIX significa expresar la homosexualidad, constituye una poderosa metáfora de la identidad humana y su relación con la representación de la norma social. Por extensión, es asimismo una fidedigna alegoría de la sexualidad como algo reprimido, a esconder. También ese mueble que casi toda persona guarda en la intimidad del dormitorio posee un interior que no está vacío, que esconde partes de nuestro yo y nos representa quizás más verazmente que lo que hemos dejado fuera y quienes nos rodean usan para reconocernos y vernos con propiedad y corrección, en apariencia normales.

        Fortún elaboró en sus libros publicados el testimonio exhaustivo de una época. En su escritura más íntima, la que no dio a su editor Manuel Aguilar y a la que pertenece Oculto sendero, exploró la parte más problemática de su identidad: su lesbianismo, sobre el que hubo rumores en vida de la autora y que ésta no vivió fuera del armario o con la plenitud de algunas contemporáneas, pero sí a medias, dejando tras ella indicios del mismo. Dentro del armario de Elena Fortún se esconden palabras, cartas y manuscritos inéditos. Rodeándolo está su obra publicada. De entre todas las pistas que Fortún dejó sobre su sexualidad sin querer o poder evitarlo, esta novela es la más significativa. Pero no la única. Elena Fortún protegió y aisló a Encarnación Aragoneses Urquijo. Protección y aislamiento forman parte de esa metáfora identitaria que es el armario, en el que el sujeto se encierra para ocultar deseos vedados por el sistema social pero también para vivirlos aparte del mundo aparente. En Oculto sendero hay exploración personal, auto-comprensión, dolor, culpabilidad y también opacidad. Evidencia la controvertida visibilización del lesbianismo que ocurre en la primera mitad del siglo XX, enraizada en conductas de afectividad femenina harto constatables en la literatura del XIX y cristalizadas en 1928 con la publicación en Gran Bretaña de la novela de Radclyffe Hall El pozo de las soledades (The Well of Loneliness). Por entonces, en España, novelas frecuentemente reimpresas como La Coquito de Joaquín Belda mostraban mujeres liberadas sexualmente y masculinas en sus activas conductas de cama. También llegaba a España la unión entre mujer y progreso con sus múltiples y controvertidos frutos en la vida pública y privada, con el cuestionamiento de la identidad del ángel del hogar, el nacimiento de la moderna, el safismo, el acceso de la mujer a la universidad y a la fábrica y, finalmente, la regeneración de la vida en España imperiosamente solicitada por el 98, discutida en el arte, la medicina, la literatura y la política, impulso al cabo del que la mujer no podía escapar.

        Las mujeres son las primeras que han salido de muchos armarios. La vida doméstica es uno de ellos. Elena Fortún no se decidió nunca a salir completamente del suyo pero logró explorar sus dimensiones. Atrincherada tras el pseudónimo de Rosa María Castaños y a través del personaje de María Luisa Arroyo, pintora tardía como ella fue escritora tardía, Fortún hace avanzar a la protagonista de Oculto sendero hacia una comprensión de la homosexualidad femenina acorde con los tiempos, es decir, limitada, reducida a la inversión. Un importante pero aún minoritario sector de la crítica ha insistido en la necesidad y dificultad de recuperar testimonios sobre la historia íntima del lesbianismo en España en una época, la de las vanguardias, clave en su devenir histórico. La obra que sigue a este estudio llena ese vacío.

       La protagonista de esta novela en primera persona, autobiográfica, susceptible de ser considerada también novela patológica, guarda en su interior una voz amiga que en el duermevela o en el sueño le avisa de si la muerte ronda su casa y, en materia de amor y deseo, le recuerda lo que ella no se atreve a decirse a sí misma, lo que entiende como narradora pero intuyó a medias como personaje. Fortún estuvo siempre muy interesada en lo paranormal y vivió convencida de tener un sexto sentido en forma de voz que le avisaba de la muerte, la misma que en su autobiográfico Nací de pie, al que se hará referencia más adelante, le avisa de que no se case porque el matrimonio será una muerte en vida para ella. Más cerca de las narradoras que de los personajes que las narradoras han sido, la voz habla desde dentro del armario, sabe más que la niña o la joven; avisa de los errores y es profética. Esa voz interior que no le es desconocida a la protagonista de Oculto sendero, pues es parte de ella misma y siempre la acompaña, la invita en la vigilia a contemplar el inescapable espectáculo de la negrura cargada de significado vital que se esconde tras "la puerta" que le insta a mirar. Solamente es posible mirar una vez descorrida "la cortina" e inaugurado un nuevo espacio de conocimiento propio, perteneciente al yo, pero pendiente del entendimiento hacia el que la llevarán los años y la experiencia de resurgir personal que le otorgarán los tiempos modernos. Fortún aprovechó intensamente la modernidad desde mediados los felices veinte, con el florecimiento de la prensa periódica, el arte nuevo y las nuevas formas de entender sexo y género, las cuales convergieron en la identidad de la mujer moderna que con el tiempo adoptaría, como la protagonista de esta novela. Ella, como Fortún, representa una modernidad llegada a destiempo que choca con la fuerza de la tradición, “esa inercia de la vida en España”, en palabras epistolares de Fortún cuyas cartas, abundantes e importantísimas, constituyen, como esta autobiografía, una herramienta clave para la comprensión completa de su autoría, tanto la que escondió y usó para explorar las zonas oscuras de su identidad como la que mostró y le dio para vivir desde los años veinte hasta su muerte a principios de los años cincuenta.

Seguir leyendo