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Prólogo de Antonio Muñoz Molina.
En otros libros de Fernando Castillo hemos encontrado ya a unos cuantos personajes que regresan en este Último Vuelo: una vez más, su atención resalta lo que ha quedado como fuera de foco, no la rotundidad de los comienzos sino la ignominia de los finales sin gloria, no la desbandada de las multitudes de vencidos por las carreteras, ni el avance cruento de los vencedores, sino la huida, la escapatoria de los que saben que no habrá piedad para ellos, las prisas de última hora, el tiempo acelerado después del cual vendrá otra vida que ahora se presenta con el vértigo de una hoja en blanco atravesada de amenazas. Los que fueron todo de pronto ya no son nadie. Los que se pasearon con seguridad insolente ahora buscan un escondrijo a cualquier precio. La tragedia y la banalidad son intercambiables. Y, como siempre, la mirada de Fernando Castillo se detiene en lo secundario que es en el fondo lo más revelador. Es una mirada de perspicacia psicológica y agudeza estética: se fija en el drama y la vileza de los que están dispuestos a sacrificarlo todo y a dejar atrás a quien sea para subir en un avión, pero también en el avión mismo, en la belleza de su diseño, en las particularidades de su mecánica. En los campos de Levante de los que despegan los últimos dirigentes republicanos los almendros están en flor y hace una primavera deslumbrante. Décadas de himnos, banderas, uniformes, grandes palabras embusteras amplificadas por la megafonía, dejan en España y luego en toda Europa un paisaje apocalíptico de ruinas y yacimientos al aire libre de cadáveres humanos. Los únicos héroes de los que deja constancia Fernando Castillo son esos soldados republicanos que escoltan en perfecta formación a los dirigentes fugitivos cuando sus aviones se elevan en el aire. Ellos se quedan en tierra y en su porvenir, sin incertidumbre alguna, todo lo que hay es derrota y castigo. En esa novela en varios volúmenes que lleva haciendo Fernando Castillo tantos años no hay la menor necesidad de inventar nada. Antonio Muñoz Molina