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Prólogo de Enrique García-Máiquez.
Como en San Sebastián, llueve mucho en este libro de Iribarren, se visitan muchos bares y terrazas, se viaja mucho en tren y se duerme en muchos hoteles, se habla mucho de mujeres (reales y de las otras), del hecho de envejecer y de estupidez humana, se cuentan muchas anécdotas y se mira mucho alrededor. Es decir, como en cualquier otro de sus libros. Pero además, en éste en concreto, se hace finísima y personalísima crítica literaria, más atenta al análisis que a la opinión, sin privarse por ello de exhibir filias y fobias; se reflexiona en voz alta sobre nuestras limitaciones, crueldades e ingenuidades, las de todos; se hacen afirmaciones incorrectas y certeras sobre la vida y el mundo; y el autor se desnuda en él como en ningún otro libro, sustituyendo la sugerencia por la confesión directa. Largos paseos, súbitos reencuentros, nostalgias, desencantos, incomodidades varias y lucidez a raudales, saltando de un género a otro (aforismo, microrrelato, ensayo...) según las necesidades expresivas. Lo de siempre y algo más, como queda dicho, un conjunto que constituye, sobre todo, una buena manera de conocer a Iribarren, no sólo para quien no tenía el gusto, sino también para quien sólo conocía al poeta escueto y al más escueto aún sujeto o víctima de entrevistas y cuestionarios, es decir, para cualquiera. Ape Rotoma