Desde las cercanías de la catedral de Sevilla el autor cuenta sus historias en el mundo en que lo hicieron. Las de niño en una ciudad en que crecían las clases medias y el bienestar; su educación en el colegio de elite de los jesuitas, con ribetes críticos en los años sesenta. En la Universidad fue parte de la rebelión generacional contra el franquismo y su cultura, basada en un marxismo de clichés y cambios de las modas. Los rebeldes no llenaban más de un aula magna, pero impusieron la ideología de la izquierda. Este dominio entroncó con el pensamiento, de los fieles de una religión secular que creía en la Revolución aniquiladora de la iniquidad capitalista, que reconciliaría al hombre consigo y con la naturaleza. Al diluirse la Revolución, sus huérfanos mutaron en profetas apocalípticos para denunciar al maligno occidental, capitalista, rico, democrático, lleno de fascistas, único culpable de los males del mundo. Mientras, el autor, dejada su militancia en el PSOE, sigue con sus historias, desde los alrededores de la catedral, viendo el reflejo del mundo en Sevilla.