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Edición de Bénédicte de Buron-Brun.
F. U., Francisco Umbral, Paco Umbral, Pacumbral... Firmas como otras tantas máscaras que desvelan ocultando u ocultan desvelando los distintos yoes y los vacilantes humores que le depara la vida y sus circunstancias. Mas, entre tantas colaboraciones, el andropoide Pérez Umbral necesita encontrar un remanso de paz y se lo ofrece durante más de treinta años la revista Jano. Ante este auditorio compuesto de médicos y sanitarios se confiesa, entre ética y estética, el Umbral íntimo, tierno y frágil, profundo y delicado. «He aquí un volumen soberbio y arborescente del articulismo de Francisco Umbral, que se fue, pero nunca se ha ido. Estamos ante una entrega inédita y esmerada de los artículos que Umbral fue incluyendo, cerradamente, en la revista Jano, durante más de tres décadas largas, donde el escritor practica y prorroga acaso la mejor de sus cuerdas: el pulcro suicidio de la confesión íntima, descarada, desnuda y cruda. A Bénédicte de Buron-Brun, expertísima en la cátedra umbraliana, debemos esta abundante recuperación inesperada de quien ha sido la firma de oro del articulismo literario, un libro que resulta un goce imprescindible para quienes creían saberlo ya todo de Umbral, y para aquellos que aún no se han iniciado en su escritura libre, única, lírica y luminosa». Ángel Antonio Herrera «Umbral ha vuelto, como las urracas, como el gato, que era gata y se llamaba Loewe, como el pan de cada día, como el artículo que no cesa, de la mano de Jano, la revista de los laboratorios farmacéuticos que fueron el pan de muchos escritores y periodistas. También el pan de Umbral, o principalmente el suyo. Él salía todos los días a comprar el pan, que según tengo entendido, se lo vendía el quiosquero porque entonces los quiosqueros vendían de todo, hasta el Playboy y Hazañas Bélicas. Hoy recordamos a Paco Umbral por sus incontables artículos en Jano, donde nos ofrece una mirada íntima y personalísima, lírica y mundana que sorprendió a los lectores desde el primer número de la revista y durante más de quinientos artículos. A través de esta antología se puede rastrear todo el universo de Umbral. Aparecen aquí sus conversaciones con el jardinero, sus rarezas culinarias e incluso un estatuto sobre el whisky como estimulante de la escritura. Aparte, Umbral no olvida a los autores que en su momento más le interesaron, como Tennessee Williams, Shakespeare, Pablo Neruda, Quevedo, Baudelaire y Juan Ramón, amén de un cameo de Terenci Moix». Carmen Rigalt