27 January 2017

Texto de Abelardo Linares sobre El arte de quedarse solo

De José Luis García Martín

JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN Y EL ARTE DE QUEDARSE SOLO

 

ABERLARDO LINARES

 

Oviedo es seguramente la única ciudad española en la que resulta innecesario presentar a José Luis García Martín; supongo que porque es también la única ciudad española en la que tiene muchos amigos que son lectores y muchos lectores que son amigos; es decir, porque en Oviedo los amigos y los lectores de García Martín no son sólo numerosos, cosa ya rara de por sí tratándose de lectura, de amistad y sobre todo de José Luis García Martín,  sino que además coinciden. En general, en el resto de ciudades de España pienso yo que la mayoría de los pocos que siguen, leen e incluso admiran a García Martín a través de ese espejo negro que es el resentimiento, son gente de letras que son o creen ser sus enemigos.

Pero por esa misma razón, Oviedo resulta un lugar muy apropiado para presentar un libro de JLGM, tanto más cuanto que este presentador no lo es en virtud de ninguna especial  excelencia intelectual, sino por la sencilla razón de que este es el libro número diez que le publico a nuestro autor en los últimos veinticinco años y también porque conozco a José Luis desde 1978, hace ya casi unos brevísimos cuarenta años y llevo por lo tanto ojeándole, leyéndole y releyéndole otros tantos; con una gran admiración siempre y con una no pequeña irritación a ratos.

Editar libros puede ser un buen modo de afirmar unos valores y de negar otros, es decir de ejercer la crítica literaria, y sería un ejercicio mucho más efectivo si la crítica literaria le interesara en realidad a alguien, cosa  que no es nada segura.

En cualquier caso, si yo he publicado e insisto reiteradamente en publicar a García Martín, no es porque sus libros se vendan de un modo espectacular, a pesar de todo lo que hay en ellos de espectáculo, sino porque creo en él como escritor. Me parece unos de los más raros, singulares e importantes escritores del último medio siglo en España y también, si no el más, uno de los más minusvalorados.

Hoy en día, en España, como en el resto del mundo, el único género literario que puede darle al escritor popularidad, prestigio y dinero en medida apreciable es la novela. José Luis García Martín ha practicado todos los demás: ha escrito teatro, cuentos, artículos, crítica, aforismos , poesía y diarios hasta alcanzar casi un centenar de volúmenes en los suele resplandecer la amenidad, que no es sino el encanto, esa rara virtud cuya carencia, según Oscar Wilde convierte en inútiles todas las demás que pueda tener un escritor.

José Luis García Martín no es, por lo tanto, sólo un poeta o sólo un crítico literario como creen unos ni tampoco un grafómano atormentado y bilioso, como afirman otros,  queriendo hacer pasar por retrato su caricatura, sino  un escritor que puede abordar con casi igual solvencia cualquier género literario, aunque la verdad es que el género literario que parece preferir es el género martiniano, es decir aquel que con cualquier disfraz o incluso sin ninguno le permita hablar de sí mismo y de sí mismo, incluso no necesariamente bien. Todo ello nos permite conjeturar que los casi cien volúmenes de que forman la obra de JLGM pueden leerse como una sola y gigantesca autobiografía que en realidad oculta, a modo de trampantojo,  una extraña y singularísima novela o ficción o nivola en la que José Luis, aún mucho más que el autor es el personaje.

Su literatura es ante todo una literatura de afirmación del yo, de ahí su especial dedicación a escribir diarios, género este del que es en España, junto con Andrés Trapiello, el más destacado y reincidente cultivador.  Pero al mismo tiempo no hay más remedio que reconocer que lo que más singulariza a José Luis García Martín en todas sus actividades literarias, lo que permea todos los géneros que cultiva es su faceta de lector en las más diversas variantes: el lector hedonista, el antólogo y el crítico. Y curiosamente la literatura del yo está del algún modo, sea esto realidad o mera apariencia, en absoluta contradicción con la lectura. Pues la lectura es siempre desdoblamiento del yo en otro y a la vez la actividad más desprendida y generosa y por lo tanto más alejada de la afirmación del yo. En el campo de la poesía española contemporánea, a la que ha prestado una atentísima y demorada atención durante más de cuarenta años,  su labor ha tenido una importancia trascendental. Aunque no suela reconocerse así, ha sido el crítico y antólogo de más amplias lecturas y de más personal gusto y también el que más ha contribuido a la formulación de un cierto canon de las últimas generaciones poéticas. En los últimos cincuenta años nadie ha leído tanto  y con tanto criterio como José Luis García Martín y a nadie se le han perdonado menos sus muchísimos aciertos, aunque hay que tener en cuenta que muchos de esos muchísimos aciertos hayan sido aciertos de decir no.

Como no quiero alargarme demasiado,  me limitaré a añadir que El arte de quedarse solo no son  únicamente unos sencillos diarios de los dos últimos años, son también un manual de vida hecha literatura o de vida y literatura a la manera magisterialmente magistral de José Luis García Martín. El lector que se anime a adentrarse en sus páginas podrá comprobar que hay libros y autores cuya medida no es él éxito o el fracaso sino la felicidad de su escritura y su personal testimonio de un mundo más amplio que el mundo.